
La aparente quietud de la imagen no hace justicia a la ventisca que aquel domingo castigaba la cima del Ekaitza. Días antes, alguien había atado una ikurriña a un mástil improvisado con un viejo tubo metálico, pero sucesivas tormentas fueron despedazando la bandera hasta devolver a la cumbre su soledad original. En el centro de la fotografía se dibuja la silueta afilada del Mendieder y al fondo se recorta la pirámide del Mendaur, con su ermita dedicada a la Trinidad. Tres cimas distintas para una única excursión.
4 comentarios:
Me encanta esta foto.
Otra cosa. Al observar su forma de casita infantil y su recubrimiento metálico, me pregunto si en su niñez Frank Gehry se acercó al Ekaitza para plantar en forma de buzón una de sus primeras maquetas.
¡Ah! Qué hermoso y tranquilo paseo...
Qué razón con vincular el viento al Ekaitza. Recuerdo una vez que me ayudé de él para superar con pasmosa facilidad las pendientes que suben desde el pantano de Mendaur.
Al Ekaitza le tengo también mucho cariño, sí...
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