Ovejas en los alrededores de Valcarlos, justo donde arranca la ascensión al Adartza. ¿Habrán hecho huelga hoy? Frédéric Beigbeder diría que estaban fabricando queso...
El Borrokosko es un monte discreto y solitario que mira hacia los valles de Urrául Alto y Aézcoa. Tiene a los lados otras cimas igualmente remotas, como el Arnazu y el Ezpondarri. No hay buzón en la cumbre, sólo un pequeño montón de piedras coronado por una cajita de las antiguas diapositivas. El pasado otoño pasó por la cumbre "El ecologista anónimo" y dejó allí un prospecto plastificado con algunos datos, sugerencias y órdenes.
"Sí, mi corazón está en las Tierras Altas al amanecer. Más allá de las colinas y en la lejanía. Hay un modo de llegar allí y ya se me ocurrirá. Bueno, en mi mente ya estoy allí. Y eso bastará por ahora".
("Highlands", Bob Dylan. Time Out Of Mind, 1997. Los versos de este post -cortesía de J.- querrían ser un homenaje a Bob Dylan, que hace cincuenta años exactos publicó su primer LP. La foto, en cambio, es más reciente: fue tomada el pasado verano en el glaciar del Aneto).
Se habla siempre del ideal como de una meta a la que se tiende sin alcanzarla jamás. Para cada uno de nosotros, el Annapurna representa un ideal hecho realidad. Para nosotros, la montaña siempre ha sido un campo de acción natural, donde, en la frontera entre la vida y la muerte, encontrábamos esa libertad que andábamos buscando a tientas y que necesitábamos como el pan. Las montañas nos han obsequiado con su belleza, y nosotros las hemos amado con la ingenuidad propia de un niño, las hemos reverenciado con el respeto que un monje siente por lo divino. Ese Annapurna, al que nos habíamos dirigido con las manos vacías, es un tesoro del que habremos de vivir durante el resto de nuestros días. Conscientes de esto, volvemos una página de nuestra existencia: una nueva vida comienza. En la vida de los hombres hay otros Annapurnas.
(Maurice Herzog, inmóvil en una camilla, poco después de haber conquistado el primer ochomil)