Ocurrió el jueves pasado en la cima del Balerdi. Eran jóvenes y se encontraban asomados al paisaje, silenciosos e inmóviles. Admiraban juntos los caseríos dispersos de Araiz, el perfil elegante de las Malloas, un inesperado retazo forestal, el corte longitudinal de la autovía, el trazado inverosímil de un viejo camino rural, la silueta de la parroquia de Azkarate, la cicatriz de una cantera o la sombra de unas nubes inquietas. Viéndoles allí, tan admirados y tan juntos, fue fácil recordar aquellos versos estremecidos que escribió Miguel Hernández a la muerte de su amigo “del alma” y, muy especialmente, la preposición que explica el dolor salvaje de toda la elegía: “Ha muerto Ramón Sijé, con quien tanto quería”.
domingo, 4 de mayo de 2008
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3 comentarios:
Qué foto más bonita.
Ah... Estás en "mi" territorio.
Con quien tanto quería... Pues sí, es difícil decir tanto con menos. Eres sabio, Javier. Salva
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