He aquí un narciso que nunca fue consciente de su belleza. Su fragilidad y su hermosura se hubieran consumido además en un perfecto anonimato si aquel domingo tormentoso de mayo los tres montañeros no hubiesen equivocado el camino hacia la cumbre remota del Bizkailu.
4 comentarios:
Interesante reflexión. La belleza está allí. Nosotros sólo hacemos pequeñas incursiones y la olisqueamos, la queremos prender, y a la vuelta, en casa, la añoramos.
A mí me maravillan las cosas inertes y las inconscientes, porque existen sin necesidad de percibir y reflexionar sobre lo que son. Y me hacen pensar que esto a lo que damos tanta importancia y que se hace llamar "yo", en realidad es sólo una consciencia parcial e insignificante. Así que trato de aprender mucho de una mesa, de una rueda y de una flor. Preciosa foto. Preciosa entrada. Gracias!!! :-)
¡Qué preciosidad! Apenas resisto la tentación de robarla....
Lamia: ya sabes que puedes "robar" todas las fotos que quieras.
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