El Okoro es un monte discreto y suave, apenas una loma apacible en un paisaje dominado por el Adi y el Sayoa. Mide 1.259 metros. En la cumbre, un semicírculo de piedras protege el pequeño buzón de los vientos que soplan desde Francia y de las yeguas que frecuentan la zona. Y poco más. Sin embargo, el Okoro es un monte que ha merecido la relativa gloria de unos versos. Se los escribió José Javier Nagore Yárnoz, montañero y notario. Son los que cierran su poemario Versos de cumbres, del que se hicieron 500 ejemplares en 1982. Terminan así: “Nubes, sol y viento, / sencillos paisajes cercanos, / en ellos, con ellos, estoy soñando: / Tú y yo solos, / e inviernos lejanos”.
sábado, 14 de junio de 2008
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