martes, 12 de febrero de 2008

Una cima subterránea

La puerta desvencijada de la fotografía es un trasunto perfectamente real de la entrada a las minas de Moria: no hay que buscarla en las páginas de El Señor de los Anillos sino en el barranco de Arphidia, cerca del pueblo francés de Saint Engrace. Detrás de la puerta arranca un túnel oscuro y húmedo de 800 metros de longitud que conduce a la sala de La Verna, una de las mayores cavidades subterráneas del mundo. Tiene 270 metros de longitud, 230 de anchura y 180 de altura. Hay incluso quien la ha recorrido en un globo aerostático. Una ruidosa cascada proporciona al recinto una ininterrumpida banda sonora. La Verna es como el corazón de la sima de la Piedra de San Martín, un complejo subterráneo que suma 56 kilómetros de galerías. La entrada natural a la sima fue descubierta en 1950 por los espeleólogos franceses Georges Lepineux, Max Cosyns y Occhiliani, pero se trata de un acceso muy complicado: es preciso descender por un pozo vertical de 312 metros para llegar al fondo. En 1954, la Compañía Eléctrica de Francia se propuso aprovechar el río subterráneo que recorría la sima para crear un salto de agua. Fue entonces cuando se construyó el túnel que empieza en la puerta de la imagen. Hasta hace poco era el único acceso para llegar a las entrañas de la sima de San Martín. Y como escribió Jacques Jolfre, autor de varios libros sobre los paisajes verticales del Pirineo y sobre las cavidades que se esconden bajo la cordillera, “la Piedra de San Martín es a los espeleólogos lo que la Meca a los musulmanes”.

4 comentarios:

eresfea dijo...

Me sorprende ver esa puerta abierta. Hay una tendencia creciente a tapiar y poner puertas con cerrojo a las cuevas. Espero que siga así en verano para poder colarme a dar un paseo.
Abrazo.

Ander Izagirre dijo...

¿Y sabes que la Piedra de San Martín tiene una relación directa con los musulmanes? Seguro que conoces el asunto con más detalle que yo, pero dicen que en un principio todas las piedras fronterizas del Pirineo eran piedras de San Martín. Después de las invasiones musulmanas, que llegaron hasta Poitiers, los francos colocaron piedras fronterizas en la cordillera bajo la advocación de San Martín, patrón de Francia. Aquellos pedruscos eran en parte hitos fronterizos y en parte defensas mágico-religiosas contra los moros.

Anónimo dijo...

Ander:
Muchas gracias por la información y por la cordial bienvenida. No sabía lo de las piedras de San Martín. Menos mal que sólo una ha conservado la advocación: ¿te imaginas 272 tributos de las tres vacas celebrándose simultáneamente entre Endarlaza y Anielarra?

Anónimo dijo...

Impresionante. No sabía que era una bóveda tan inmensa. Lo de la puerta es cierto, muchas cuevas y grutas tienen cerrojo... La puertecilla desvencijada y entreabierta es toda una tarjeta de presentación. Invita.

No sé si me creo del todo la historia de Ander. Algo hay de cierto. Pero los territorios fronterizos y los terruños que dominaban los francos eran bastante movedizos y no estaban en el Pirineo propiamente. De hecho, el Pirineo fue más paso que frontera, ¿no? Lo que es cierto es que desde época romana, con sus miliarios, nos esparcieron pedruscos en nuestra tierra para señalar todo tipo de mugas. Así que todo es posible. Y también es cierto que la devoción a Martín se forjó entonces.

Don Pío Caro Baroja me dijo el año pasado que antes de morir quería bajar al corazón de la sima de San Martín. Era su ilusión. Me respondió con eso cuando le pregunté si había algún rincón de Pirineo que le quedase por visitar. También me dijo que quería haber sido espeleólogo.

Un fantástico blog.
Un saludo.