Una parada contemplativa en el descenso del Arriel. Enfrente, dominando el horizonte más próximo, el Lurien. Cerca del ibón que se ve a la derecha falleció en 1995 Jesús Vázquez.
Se habla siempre del ideal como de una meta a la que se tiende sin alcanzarla jamás. Para cada uno de nosotros, el Annapurna representa un ideal hecho realidad. Para nosotros, la montaña siempre ha sido un campo de acción natural, donde, en la frontera entre la vida y la muerte, encontrábamos esa libertad que andábamos buscando a tientas y que necesitábamos como el pan. Las montañas nos han obsequiado con su belleza, y nosotros las hemos amado con la ingenuidad propia de un niño, las hemos reverenciado con el respeto que un monje siente por lo divino. Ese Annapurna, al que nos habíamos dirigido con las manos vacías, es un tesoro del que habremos de vivir durante el resto de nuestros días. Conscientes de esto, volvemos una página de nuestra existencia: una nueva vida comienza. En la vida de los hombres hay otros Annapurnas.
(Maurice Herzog, inmóvil en una camilla, poco después de haber conquistado el primer ochomil)
2 comentarios:
La misma Montaña se dejaba una vez cabalgar con frío. ¿Vuelve acaso alguna vez una Montaña a ser la misma Montaña?
http://vagamontanyas.blogspot.com/2011/02/galopamontanas.html
Parecen nombres del Señor de los Anillos; como los paisajes.
Publicar un comentario