Se llama Ori y conoce bastante bien la geografía foral. La foto fue tomada hace ya unos meses en la cima del Errozate. El domingo pasado coronó la Mesa de los Tres Reyes.
3 comentarios:
Anónimo
dijo...
Y el gustazo que es compartir afición con ellos y ver que disfrutan tanto como nosotros...
Se habla siempre del ideal como de una meta a la que se tiende sin alcanzarla jamás. Para cada uno de nosotros, el Annapurna representa un ideal hecho realidad. Para nosotros, la montaña siempre ha sido un campo de acción natural, donde, en la frontera entre la vida y la muerte, encontrábamos esa libertad que andábamos buscando a tientas y que necesitábamos como el pan. Las montañas nos han obsequiado con su belleza, y nosotros las hemos amado con la ingenuidad propia de un niño, las hemos reverenciado con el respeto que un monje siente por lo divino. Ese Annapurna, al que nos habíamos dirigido con las manos vacías, es un tesoro del que habremos de vivir durante el resto de nuestros días. Conscientes de esto, volvemos una página de nuestra existencia: una nueva vida comienza. En la vida de los hombres hay otros Annapurnas.
(Maurice Herzog, inmóvil en una camilla, poco después de haber conquistado el primer ochomil)
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Y el gustazo que es compartir afición con ellos y ver que disfrutan tanto como nosotros...
gggggggrrrrrrrrguau!
El colega tiene el morro fino, ¡elige bonitos montes!
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