La imagen está pidiendo el acompañamiento de algún salmo, pero quizá la mezcla le incomode a J., el montañero que posa junto al ibón de Brazato, ya de vuelta del Baciás.
A mi me recuerda mucho a un ibon y a un precioso pasaje este verano en la ruta a Maubermé, aquí... http://lh5.ggpht.com/_flBaEwBcPRE/THojR88zlVI/AAAAAAAAP5I/hoEa9UZZRcc/s640/DSC03442.JPG
Se habla siempre del ideal como de una meta a la que se tiende sin alcanzarla jamás. Para cada uno de nosotros, el Annapurna representa un ideal hecho realidad. Para nosotros, la montaña siempre ha sido un campo de acción natural, donde, en la frontera entre la vida y la muerte, encontrábamos esa libertad que andábamos buscando a tientas y que necesitábamos como el pan. Las montañas nos han obsequiado con su belleza, y nosotros las hemos amado con la ingenuidad propia de un niño, las hemos reverenciado con el respeto que un monje siente por lo divino. Ese Annapurna, al que nos habíamos dirigido con las manos vacías, es un tesoro del que habremos de vivir durante el resto de nuestros días. Conscientes de esto, volvemos una página de nuestra existencia: una nueva vida comienza. En la vida de los hombres hay otros Annapurnas.
(Maurice Herzog, inmóvil en una camilla, poco después de haber conquistado el primer ochomil)
4 comentarios:
A mí, con ese fogonazo, me recuerda a una sombra de Hiroshima, aunque las de allí dicen que fueron siluetas blancas sobre fondo negro. J. abrasao.
Con el salmo, la foto queda de catecismo total, je, je...
A mi me recuerda mucho a un ibon y a un precioso pasaje este verano en la ruta a Maubermé, aquí... http://lh5.ggpht.com/_flBaEwBcPRE/THojR88zlVI/AAAAAAAAP5I/hoEa9UZZRcc/s640/DSC03442.JPG
Es cierto: todos los elementos se encuentran en la misma disposición. Falta un J arrimado a la orilla, eso sí.
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