Podría ser un paseante desprevenido que trata de huir de una ola gigante al borde del Cantábrico, pero es A peleándose con el viento que aquel domingo barría el afilado pasillo que une las cimas de Mendieder y Ekaitza.
Sí señor, una zona especialmente ventosa. Tanto, que había un proyecto de colocar una central de energía eólica. No sé en qué habrá quedado el asunto...
Se habla siempre del ideal como de una meta a la que se tiende sin alcanzarla jamás. Para cada uno de nosotros, el Annapurna representa un ideal hecho realidad. Para nosotros, la montaña siempre ha sido un campo de acción natural, donde, en la frontera entre la vida y la muerte, encontrábamos esa libertad que andábamos buscando a tientas y que necesitábamos como el pan. Las montañas nos han obsequiado con su belleza, y nosotros las hemos amado con la ingenuidad propia de un niño, las hemos reverenciado con el respeto que un monje siente por lo divino. Ese Annapurna, al que nos habíamos dirigido con las manos vacías, es un tesoro del que habremos de vivir durante el resto de nuestros días. Conscientes de esto, volvemos una página de nuestra existencia: una nueva vida comienza. En la vida de los hombres hay otros Annapurnas.
(Maurice Herzog, inmóvil en una camilla, poco después de haber conquistado el primer ochomil)
6 comentarios:
Sí señor, una zona especialmente ventosa. Tanto, que había un proyecto de colocar una central de energía eólica. No sé en qué habrá quedado el asunto...
Hermoso monte, Mendieder.
También los montes hermosos se enfadan a veces... Preciosa foto.
Espero que no te enfades.... pero me la llevo un ratito.
Parece un superhéroe ante la adversidad...
Bonita foto, pero no sé si hace justicia a los infames momentos que se viven en una cresta con rachas huracanadas de viento SO..
Publicar un comentario