El minuto de gloria que les proporcionó esta foto y el eco discreto y hogareño que ahora encontrarán en este blog podrían haber sido un largo periplo de museos, subastas de precios inalcanzables, el Gombrich, teorías perspicaces o infundadas, imitaciones en distintos idiomas y copias en papel satinado para comedores de clase media. Pero tendría que haber sido Van Gogh quien las descubriera en aquel barbecho próximo a Torre de Peña en vez del montañero apresurado y solitario que se las llevó irreflexivamente en su Canon Ixus 70.
viernes, 28 de agosto de 2009
Amapolas
El minuto de gloria que les proporcionó esta foto y el eco discreto y hogareño que ahora encontrarán en este blog podrían haber sido un largo periplo de museos, subastas de precios inalcanzables, el Gombrich, teorías perspicaces o infundadas, imitaciones en distintos idiomas y copias en papel satinado para comedores de clase media. Pero tendría que haber sido Van Gogh quien las descubriera en aquel barbecho próximo a Torre de Peña en vez del montañero apresurado y solitario que se las llevó irreflexivamente en su Canon Ixus 70.
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5 comentarios:
Qué bueno, qué bueno. Aquí siempre merece la pena la espera.
Mi madre, todavía, cuando hago alguna bobada me llama "ababol". A veces remata: "ababol florido".
¡Bien por el regreso!
Han sido los "últimos metros" más largos de la historia. Zorionak.
Más que un minuto ha parecido una eternidad, ya te ha costado bajar, ya. No te preocupes por el éxito, si te amputas algún miembro todavía pueden poner tu nombre a un grupo de música.
Me encantan las amapolas, J. Siempre que vengo por aquí es como recibir un soplo de aire puro.
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