sábado, 4 de octubre de 2008

La magia del regreso



El regreso tiene su propia magia: las fuerzas flaquean, se alargan las sombras y las conversaciones, los caminos se iluminan con una luz distinta, empiezan a perfilarse los recuerdos, el corazón se ensancha y la felicidad casi se toca con los dedos. Es una razón más para afrontar los rigores y las rampas del ascenso. La pareja de la imagen caminaba hacia el refugio de Linza después de haber coronado la Mesa de los Tres Reyes. Todo el paisaje parecía haberse conjurado para despedirles.

7 comentarios:

Salvador Ulayar Mundiñano dijo...

Nunca dejas de sorprenderme con tu manera de escribir. Tiene mérito considerando que me es tan familiar.
Salva

Anónimo dijo...

felicidades por tu blog que me parece fantástico.No se, lo encuentro muy cercano, me encanta el aire de romanticismo y melancolía que desprende.
Tu pequeño homenaje al Okoro me trajo el recuerdo de intensos momentos vividos en las soledades de "Kintoa".un saludo

Anónimo dijo...

Ay niño, la foto es preciosa.

Minerva dijo...

"Se hizo la luz, y vio que era bueno". Son las maravillas de la creación, que se recrea cada instante cuando captamos su escencia y nos fundimos en ella. Un texto hermoso.

Anónimo dijo...

A mi lo que me sorprende cada vez más son las fotografías, lo cual no deja de tener mérito considerando que también me son familiares.

sarrio con queratoconjuntivitis.

mr. shy dijo...

Recuerdo esa bajada con flores amarillas (siempre significaba alivio, era casi el final). Cuando uno vuelve a Linza, a la derecha queda una casita medio escondida. ¿Un refugio, quizá?

imunain dijo...

Acabo de descubrir tu blog y este texto me ha parecido muy bonito. Te seguiré.