jueves, 17 de abril de 2008
Homenaje póstumo
Se llamaba José Ciganda y falleció en Ituren el 8 de noviembre de 1930. Tenía 16 años. Para descubrir la vieja cruz que lo recuerda es preciso confundir los caminos que descienden del Mendaur. La cruz se encuentra junto a una senda antigua e infrecuente, cerca de un arroyo cantarín y de un hayedo sombrío y entrañable. La sencilla placa no dice nada más, pero casi no hace falta, todo está sugerido en esos cuatro datos: el dolor de unos padres aún jóvenes, el luto compartido por un pueblo pequeño y aislado, el pésame entrecortado de los vecinos, la penumbra de un caserío dolorido, el silencio rebelde de los más jóvenes, el eco de las campanas atravesando el valle… El lugar elegido para la cruz permite intuir unos lazos especiales con el paisaje, como una cierta complicidad. Quizá José Ciganda buscó el consuelo del bosque en los últimos compases de la enfermedad que fue consumiendo su cuerpo, quizá pidió ese favor a sus padres mientras convalecía inmóvil con el Mendaur recortado en su ventana, quizá el camino del arroyo presenció algún lance destacado de su escasa biografía. Todo son cábalas, salvo el homenaje tardío y sincero de este blog.
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1 comentario:
Qué reparación sobre la reparación del amor.
Un abrazo.
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