sábado, 15 de marzo de 2008

Una sorpresa peregrina

La Javierada es sin duda la excursión más popular y concurrida de Navarra. Su origen está relacionado con una epidemia de cólera que padeció Pamplona a finales del siglo XIX. La Diputación Foral prometió a San Francisco Javier que "el pueblo entero" iría en peregrinación al castillo si desaparecía la enfermedad. Y así fue, según cuenta la Gran Enciclopedia Navarra: el cólera se extinguió y veinte mil navarros se reunieron el 4 de marzo de 1886 junto a la casa natal del santo para agradecer su intercesión. El formato actual de las Javieradas se empezó a consolidar recién terminada la guerra civil española, gracias a la iniciativa de la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz. Muchos de ellos habían vuelto del frente con la promesa de ir andando a Javier. Las fotos de la época muestran a jóvenes huesudos y sonrientes que se arropan en los capotes todavía manchados con la sangre y el barro de Belchite o Somosierra. El sacerdote Santos Beguiristáin fue el gran animador de aquellas primeras marchas que poco a poco fueron olvidando su inspiración bélica. La juventud de Acción Católica se sumó enseguida a la convocatoria, que ya desde 1942 ha ofrecido siempre cifras superlativas. Hoy la mayoría de los peregrinos que salen de Pamplona hacen por carretera los 53 kilómetros del trayecto. Pero hay alternativas más silvestre y atractivas. Una de ellas consiste en encadenar pistas y caminos por los valles de Aranguren, Izagaondoa y Urraúl Bajo, para llegar a Liédena después de haber atravesado la foz de Lumbier. Es un recorrido que incluye paisajes infrecuentes y pueblos abandonados, y que ofrece sorpresas como este puente de la fotografía, que se resiste a morir entre Grez y San Vicente, en un rincón donde ya hace décadas que no corre el agua.

1 comentario:

Ander Izagirre dijo...

Esas cosas tienen algo inquietante: un puente donde ya no pasa el agua (¿adónde se ha ido el agua?), un camino que ya no lleva a ningún lado, dos ruedas de molino tiradas en una ladera boscosa, lejos de cualquier parte (ese es uno de los misterios de Artikutza)...